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lunes, 12 de marzo de 2012

“Algo se mueve al sur de la ciudad”

Los que tenemos la inmensa suerte de ser aficionados del Club Atlético de Madrid, pudimos disfrutar ayer de un agradable partido en el estadio Vicente Calderón. Más allá del encuentro -bastante mediocre por cierto, a pesar de los destellos de Juanfran- los que acudimos al Manzanares gozamos de una buena mañana de fútbol. A un Calderón repleto y con gran ambiente se le sumó una temperatura idónea y un día soleado. De hecho, algunos miembros de Segundas Partes decidimos comer por la zona de Puerta Toledo y La Latina, empalmando con la final de la Copa del Rey de balonmano, hasta tal punto que hubo traviesos que terminaron cerrando los bares esa noche.

Pero del mismo modo, algún amigo se quedó sin poder acompañarnos. No siempre es agradable madrugar un domingo, a pesar que sea para ver al Atleti, y a más de uno estas horas nos recuerda a dos años más ominosos. Este continuo cambio de fechas y horarios, constante mareo para el aficionado fiel, es consecuencia de la falta de importancia y, con ella de respeto, que tiene el abonado. Desde que a mediados de los 90, cuando irrumpen las televisiones como principal fuentes de ingresos de los equipos, se convierten al mismo tiempo en los “decidores” de la Liga. Nacía entonces el fútbol moderno, del que tanto nos hemos quejado y nos quejamos desde las gradas.



En Vallecas molestó mucho el Sol. Que se lo digan al arbitro

La fama internacional de nuestra Liga es la puntilla a este proceso, por lo que la LFP experimenta con los más dispares horarios para permitir que nos vean en Asia, por ejemplo. Perjudicar a toda una afición para que los chinos puedan ver un partido en prime time me parece una falta de respeto a quienes pagan religiosamente un abono. Por supuesto, ninguna directiva va a clamar a favor de su afición a riesgo de perder “su tajada”. Y menos la del Atlético de Madrid, por supuesto, experta en ignorar y despreciar a la hinchada. El último que recuerdo hacer algo parecido fue el presidente del Sabadell por el partido de Copa frente al FC Barcelona, pero lo hizo, obviamente, porque el tardío horario entre semana podría perjudicar a sus ingresos por taquilla.


Estos experimentos son muchas veces poco acertados, como por ejemplo el partido que enfrentó al FC Barcelona frente al actual líder de la Liga (véase que no reproducimos su nombre para no ensuciarnos los dedos ni dañaros la vista) un domingo a las 12.00 para el mercado chino. La sorpresa fue que en el gigante asiático la mayoría de los hogares tenían sintonizado a esa misma hora un partido de bádminton, una de las grandes pasiones del pueblo chino, por lo que el mal llamado clásico, pasó desapercibido.

Precisamente los medios afines atacaron la decisión del horario de un partido de aquel equipo hace unas jornadas. Visitaban el Nuevo Vallecas a las 17.00 de la tarde, lo que suponía, según estos pseudoperiódicos, una falta de respeto al supuesto señorío del equipo en cuestión, que no se puede rebajar a un horario al que hemos jugado ya los otros 19 clubes. Incluso esgrimieron el patético argumento (con fotos incluidas) de que a esas horas se podrían deslumbrar sus estrellas con el sol. Parece que aquella tarde el único que parecía haberlo hecho fue el árbitro.

De hecho, tendremos que recibir la peste el miércoles 11 de abril a las 22.00, lo que supone una doble incongruencia: además de ser en un día laborable, termina a una hora intempestiva. Un verdadero sacrificio para padres con niños, desplazados de fuera de Madrid, aficionados que trabajen a esa hora o incluso para cualquiera que tenga que madrugar al día siguiente. Una vergüenza.

¿Desde cuándo nos ha importado que nuestros partidos se vean en China? ¿O que tengamos calefacción?
Pero el fútbol moderno no está hecho para los que van al estadio. No es políticamente correcto gritar, comer un bocadillo en el descanso, ni armar barullo. El fútbol se ve desde el sofá, en HD y con todos los ángulos disponibles para las repeticiones. Los estadios han de quedar destinado al turismo o para regalar una entrada al niño por su Primera Comunión. Sándwich del Rodilla, paseo por el Centro Comercial de la esquina, visita a la repleta sala de trofeos y a disfrutar del partido con su correspondiente calefacción. Y los demás a conformarnos con los horarios que sobran y enorgullezcámonos que nos ven en China. Pues no, para algunos nuestro orgullo era ser equipo de barrio. Algunos nos quedamos con la genial frase de Andrés Montes: “algo se mueve al sur de la ciudad”. Nadie nos ha definido nunca mejor.




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