Preparaos para sentir náuseas y diversas molestias
estomacales ante lo repugnante del tema a tratar. Hoy vamos a hablar del Real Madrid.
No os lo perdáis: el embarcadero es el escudo. |
Los medios de comunicación subrayaron la grandiosidad de esta faraónica empresa y los mal llamados seguidores no tardaron en infectar las redes sociales presumiendo de hotel, con una arrogancia ya conocida para los que, por desgracia, nos ha tocado compartir ciudad con ellos. Una vanidad del estilo “¿Cuántas Copas de Europa (ahora parques temáticos) tenéis vosotros?” Sí, ahora es el momento de sentir las molestias estomacales de las que os advertimos en la entradilla.
La historia de siempre
El mal llamado aficionado madridista siempre ha sido prepotente. La arrogancia ha sido un veneno que han tenido inoculado en las venas de toda la vida, pero que Florentino les ha potenciado hasta el infinito. Antes de su llegada, al menos eran conscientes de sus limitaciones, sabían de su “mortalidad”. Pero las últimas Copas de Europa perpetradas, frases de su actual presidente como “somos un equipo señor” o “el Bernabéu es el mejor estadio del mundo” o la maldita palabreja de “galácticos”, repetida hasta el vómito por sus babosos medios afines, han provocado que la mal llamada afición alcance un nivel de petulancia insoportable.
Por supuesto, la masa de mal llamados seguidores blancos ha crecido exponencialmente con este nuevo nivel de engreimiento. Pero no es nada nuevo, de siempre el Atlético ha sido el equipo del sur de Madrid, el equipo de gente sencilla y trabajadora, orgullosos de su origen y procedencia; mientras que de “los otros” eran los señoritos y los adinerados, encantados con un equipo cuyo afán de creerse mejor que los demás estuviese garantizado desde el principio.
Disculpanos, pero nosotros no tenemos isla. |
Pues esos polvos trajeron estos lodos. Hoy sufrimos que nos restrieguen que planean construir grandes prodigios arquitectónicos y que tienen miles de títulos. Que pasen calamidades ahorrando para irse a una isla en la quinta puñeta con el embarcadero con la forma del escudo, que yo tomaré latas de cervezas en la piscina municipal. No quieren entender que la ausencia de la arrogancia de la que tanto presumen es precisamente lo que nos hace tan grandes. No tienen nada más que ofrecer, no tienen más argumentos que esgrimir que el oropel que se les va pudriendo en una sala de trofeos de Chamartín. Por eso rabian tanto con otra frase que seguro que también os resultará familiar. “Nuestra pasión, vuestra envidia”.
Seguir @SegundasPartes
0 comentarios:
Publicar un comentario